Inmediatamente quiso empezar a patinar y la compre unos quad. Trish patinó hace MUCHISIMOS años, cuando yo era una adolescente, pero no había tocado unas ruedas desde hace más de 25 años. El año pasado le realizaron una operación de reemplazo de cadera.
Cuando vuelvo a Brighton cada domingo después de estar dando clases en Londres, me encanta sentarme y escuchar a mi madre contarme entusiasmada su día de patines, lo que ha hecho, lo bien que se sintió, lo que le ocurrió a tal o cual…. Tiene literalmente la pura energía de un niño, y nada me hace más feliz.
Espero que cuando yo tenga 68 y decida tomar una nueva dirección en mi vida, sea capaz de hacerlo con tanta gracia y humildad…Y con ruedas en mis pies.
Espero que la historia de mi madre inspire a personas mayores a considerar el patinaje como opción.
¡Nunca es demasiado tarde para patinar!
Cuéntame en la sección de comentarios debajo si tus padres patinan, me encantaría compartir vuestras historias.